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Nury Astrid Gómez: Obediencia o colaboración, el dilema civil en torno a una gobernanza post pandemia
Opinión
Publicado en 30/05/2020

La premisa

¿Cuál era la probabilidad de ocurrencia de una pandemia hace ocho meses? Hasta diciembre de 2019 nuestras versiones estaban en la fantasía de algunos, en una lista de 12 riesgos mundiales publicada por la OMS, y que podían poner en jaque los propios cimientos de nuestra civilización, o tal vez, en una conferencia TED de 2015 donde Bill Gates advertía que no “estábamos preparados para una pandemia que mataría a más de 10 millones de seres humanos”…

Solo conocíamos lo que Black Mirror, Adolf Huxley y Goerge Orwell nos habían presentado como escenarios tan distópicos que solo caben en la ciencia ficción, en los libros y en Netflix…hasta hoy.

En estos tres meses nos han alfabetizado sobre lo que es el RIESGO diciéndonos que es la combinación de la probabilidad de que se produzca un evento y sus consecuencias negativas. Los factores que lo componen son la amenaza y la vulnerabilidad. ¿Cuál evento?: EL CONTAGIO por supuesto.  Riesgo de contagiar: contagiarme, contagiarte, contagiarnos, ¡un verbo conjugado en todos los tiempos! En menos de dos meses nos volvimos VULNERABLES Y A LA VEZ AMENAZA (peligro).

 

Y aprendimos que TENER MIEDO Y GENERAR MIEDO es la nueva constante humana.  A cambio de no tenerlo hemos entregado libertades logradas.

Aquí es donde planteo mi premisa. “Una nueva dicotomía humana se revela en la pandemia: el hombre, en su proceso de individuación, llega a entregar a libertades ya conquistadas a cambio de una “seguridad” (externa, poderosa, gubernamental, controladora, higiénica) del virus. Y en contraste, surgen miles de iniciativas colaborativas, como pilar, de un fortalecimiento de la inteligencia colectiva. En resumen, una profunda competencia entre OBEDIENCIA Y COLABORACIÓN.

Ahora bien, ¿de dónde crece la sumisión por obedecer, sin cuestionamientos, normas, órdenes, recomendaciones derivadas de información, que se convierten en significantes vacíos: “aplanar la curva”, “aislamiento inteligente”, “distanciamiento social”, “nueva normalidad” …y sin cuestionar o protestar?

El origen

Erich Fromm hace un recuento de lo que ha entregado el hombre por “Miedo a la Libertad” en la historia humana. La primera pérdida fue el paraíso: el hombre desobedece a Dios, (ejerce su libertad de decidir. Esta libertad recién conquistada aparece como una maldición; se ha libertado de los dulces lazos del Paraíso, pero no es libre para gobernarse a sí mismo, para realizar su individualidad.

El hombre antiguo vivía en comunidad, de la tierra y su seguridad era el grupo, entregaba la libertad de dominar el grupo para estar protegido por el clan. La edad media estuvo sometida por la esclavitud y el sometimiento a un Dios (invisible) representado en la tierra por un amo y un sacerdote. Entrega la libertad de SER, por mantener la protección del dueño de su voluntad, nombre y cuerpo, además de la promesa de una vida eterna en el más allá.

Con la Reforma Luterana y Calvinista se da el verdadero inicio a la conquista de la libertad humana. Aquel significado ambiguo de la libertad debía operar a través de esa cultura: por un lado, la creciente independencia del hombre frente a las autoridades externas; por otro, su aislamiento creciente y el sentimiento que surge de este hecho: la insignificancia del individuo y su impotencia de “resignarse a la voluntad predicha de su destino. En la Alemania hitleriana los ciudadanos entregaron libertad de pensamiento por el miedo a un enemigo externo. Estos son los principios de los autoritarismos y populismos actuales. Y la modernidad dio paso a la economía y  la realización personal a través del trabajo, la renta, el salario y la obtención de bienes: se entrega la libertad por la sumisión al tener.

 

La realidad: obediencia

Ahora bien, la historia humana ha contado las victorias del hombre alcanzando pequeños restos de posibles “libertades” individuales: democracia, voto, libre mercado, libre oferta, que parecen “someterlo” (sin protestar) por “miedo” a perder alguna “seguridad”… Este círculo repetitivo es elemental para escenificar la nueva y próxima gobernanza de la “nueva normalidad”.

SUMISIÓN: ante el miedo de contagiarse hoy, de quedar sin empleo… mañana, de aislarse de la familia.  El ciudadano estará dispuesto y menos reactivo a CREER, CEDER Y OBEDECER  las MEDIDAS DE LOS GOBERNANTES, razonando que están en el marco de lo “CORRECTO” y “NECESARIO”…  así sean absurdas. Dispuesto a ser revisado, vigilado, contenido (el pico y cédula, los toques de queda, el tapaboca obligatorio, la fila a distancia de escuela…) pueden considerarse entrenamientos sutiles y tempranos de aconductamiento.

LIBERTAD:  la promesa de estar “libre” del virus en el espacio digital sin contacto, sin riesgo.  Se le presenta un propio mundo controlado. Todo desde casa, sin PELIGRO para sí mismo y su familia… A la vez está siendo monitoreado por un sinnúmero de compañías al obtener sus datos abriendo un video en youtube, siguiendo un referente en Instagram, compartiendo artículos o jugando los “quienes fuiste en el pasado” de otros Cambridge Analityc.

Pareciera realmente DISTÓPICOS los escenarios de gobernanza para los próximos años (siempre y cuando, el riesgo del contagio del virus se imponga, aún más, como el relato dominante). Siendo una construcción propia, basada en la sicología política y social, los siguientes escenarios pueden considerarse como “posibles”

ESCENARIO 1: Vigilancia exterior e interior aceptado. No sólo cámaras de control vehicular, rastreo de datos masivos, calificación de comportamientos… en fin. Ya existente en Japón, Corea, y otros países, se adentra al panóptico permanente. ¿Hipervigilados para inducir comportamientos socialmente aceptados? ¿Higiene como nueva prioridad habitual castigable si no se tiene?

ESCENARIO 2: Escenario de intimidación social permanente. De la vigilancia a la represión: prevención del delito (te impido salir para contagiar a otros), aislamiento voluntario obligatorio, condicionamiento social ante las denuncias de “otros”: vecinos, amigos, familiares, denuncias en redes sociales, vigilancia higiénica comunitaria…. ¿Acaso no lo estamos viviendo?

 

Como individuos estaremos dispuestos a entregar todas las libertades (ahora en condiciones de salubridad) y luego para otras: eliminar el delito, disminuir las drogas, evitar la reproducción, mantener un consumo…etc.

La otra realidad: colaboración

Del otro lado de la fórmula se encuentra la increíble solidaridad – colaboración- compasión que cambia el sentir COLECTIVO como un esfuerzo conjunto para salir de la crisis. Algo irónico: mayor colaboración con menor contacto – la propuesta de valor ideal de la economía colaborativa. Dos representantes de esta “colaboración” son las manifestaciones de Inteligencia Colectiva y las crecientes prácticas de gobierno abierto

El término empleado para describir la forma comunicativa, desde la civilidad, es INTELIGENCIA COLECTIVA. En su forma más simple, la “inteligencia colectiva” puede entenderse como la capacidad mejorada que se crea cuando las personas trabajan juntas, a menudo con la ayuda de la tecnología, para movilizar una gama más amplia de información, ideas y respuestas. La inteligencia colectiva (IC) surge cuando estas contribuciones se combinan para convertirse en algo más que la suma de sus partes para propósitos que van desde el aprendizaje y la innovación hasta la toma de decisiones. Hoy es más pertinente que nunca.

 

Según George Pór (1999) la forma en la que una organización pueda desarrollar una inteligencia colectiva es similar a la de un organismo biológico: desarrollando y utilizando un sistema que debe facilitar el flujo e intercambio de información entre los otros sistemas del organismo, con el ambiente y otros agentes presentes, coordinar el funcionamiento del organismo, almacenar, organizar y recuperar la información y guiar y apoyar el desarrollo de nuevas competencias.

La Inteligencia Colectiva cubre una amplia gama de métodos participativos, incluyendo crowdsourcing, innovación abierta, mercados de predicción, ciencia ciudadana y democracia deliberativa. Algunos de ellos dependen de la competencia, mientras que otros se basan en la cooperación; algunos crean un sentido de comunidad y trabajo en equipo, mientras que otros operan sobre la base de agregar contribuciones individuales o microtask.

Una segunda estrategia es conocida como GOBIERNO ABIERTO. Es una doctrina política que surge a partir de la adopción de la filosofía del movimiento del software libre a los principios de la democracia.  Se concibe como un nuevo modelo de gobierno en el cual: de un lado el ciudadano tiene un rol mucho más activo, en el que colabora con el Gobierno para la formulación de políticas, la solución de problemáticas y la generación de valor público; y el Gobierno por su parte presenta su gestión de una manera más abierta al público generando nuevas oportunidades de colaboración y construyendo mayor confianza; todo esto en un contexto de uso intensivo de tecnologías de la Información y las comunicaciones.

El futuro cercano

Sin lugar a dudar el reto es la reescritura de muchas formas de la política y de la comunicación política en particular y en primera instancia es “llenar” de contenido (creencias, paradigmas, hábitos, interpretaciones y percepciones) los significantes vacíos que nos hemos acostumbrado a repetir sin entender ni dimensionar sus implicaciones. Se encuentra el momento ideal para reescribir una nueva metáfora de poder organicista nacida, o adoptada, por los modelos biopolíticos – biopoder- que nos pisan los talones y en última instancia comprender el futuro como un proceso de “normalización de crisis”, es decir, habituarse a la “covidianidad” reemplazando, ampliando y desplazando los marcos de humanidad, democracia y sociedad que conocíamos hasta 2019.

 

Quedan algunas recomendaciones para tres ámbitos de la política y la comunicación política. El primero de ellos, los gobiernos:

  • Hacer de la comunicación de riesgo permanente como política pública. Esto implica identificar los riesgos, determinar vulnerabilidad de públicos, planificar acciones y establecer una comunicación política para la pedagogía de autocuidado, consenso ciudadano y alertar crisis.
  • Establecer plataformas, canales, estrategias promoviendo manifestaciones colectivas que amplíen la acción gubernamental: cuidado de niños, violencia intrafamiliar, abastecimiento, emprendimientos sociales colectivos.
  • Promover formación y entrenamiento a sus funcionarios en las nuevas realidades del servicio público: celeridad y eficiencia no son suficientes, se debe trabajar en la empatía, compasión y negociación de las demandas ciudadanas.

Para las campañas electorales:

  • Lo que conocíamos y alardeamos de hacer de campañas en tierra migra de masividad a selectividad. Sigue primando emociones y sentimientos con una particularidad, y es la facilidad para crear duda y polarizar.
  • La memoria política emocional de esta pandemia está anclada en lo más profundo del votante. No será fácil para aquellos candidatos que NO se manifestaron ahora, convencer al electorado de darle una oportunidad. Será más difícil “el cierre” del contrato votante.
  • Si las redes sociales priman… las redes humanas serán vitales. Las estructuras de distribución de mensajes políticos tienen forma de blockchain, de sinapsis que se reinventa y acumula información y a la vez se blinda, se encapsula, ante la llegada de otra contraria.
  • Tendremos, los consultores que estudiar y experimentar. No tenemos recetas “correctas, efectivas, ganadoras”. La transformación comportamental humana nos obliga a estudiar, a crear, a investigar y a no a copiar.

Y para la civilidad:

  • Las organizaciones sociales cobran desde ahora una relevancia en la comunicación entre la ciudadanía y los gobiernos. Siendo traductores sociales por naturaleza, sus herramientas y tácticas viran al aprovechamiento tecnológico y construcción de lenguajes propios de audiencias que no consumen contenidos políticos.
  • Solidaridad no significa caridad. Este es un llamado a determinar los estados de emergencia y recuperación en estos momentos y planificar estrategias pertinentes para cada momento.
  • Activar cada vez más las acciones conjuntas en pro de un gobierno abierto en constante comunicación, no solo como veedor, sino como proponente real en la ejecución de las políticas estatales.

 

Como conclusión “Una crisis que no perdona… Nuestro confinamiento le ha permitido al planeta respirar y retornar 40 años a su hábitat… falta y no poco. Los cambios humanos (comportamiento, creencias, actitudes y manifestaciones psico-sociales), determinan los parámetros de nueva gobernanza… o somos más obedientes o más colaborativos”.

Presentado en I Congreso Acopol Digital Mayo 15 de 2020.

 

FUENTE: https://mediatikos.wordpress.com/2020/05/19/obediencia-o-colaboracion-el-dilema-civil-en-torno-a-una-gobernanza-post-pandemia/

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