Todo hace presagiar que la ausencia de solidez en las decisiones del primer mandatario, en las políticas públicas y en las estrategias del gobierno se mantendrá mientras les siga produciendo resultados favorables.
El mayor peligro que corre el presidente Noboa es que en lugar de ser indescifrable para la vieja política, tal como lo pregonó en su discurso de posesión, se vuelva una incógnita para la gente. En medio de una crisis multifacética extrema como la que vive el país, los ciudadanos de a pie quieren certezas, sobre todo en el ámbito de la política. No necesariamente certezas de lo que el gobierno hará, pero sí al menos de lo que pretende hacer.
La diferencia entre la típica demagogia del pasado y la comunicación de la era digital es que la primera provocaba en la audiencia ilusiones definidas, mientras que la segunda genera imágenes flexibles, volubles, líquidas. Prometer una carretera pavimentada no es lo mismo que ofrecer un nuevo país, porque en este caso la multiplicidad de interpretaciones es tan amplia como el número de receptores. Para unos, el Ecuador del futuro puede ser un territorio copado por el espejismo minero, mientras que para otros sería un país libre de minería. Todo depende de la estructura mental de cada persona o colectivo.
La tónica del gobierno, hasta ahora, ha sido la de operar con intensidad en el plano virtual. En otras palabras, en las redes sociales. En esa lógica puede entenderse al discurso del pasado 24 de mayo. Noboa apostó por mensajes breves, sin ningún contenido, pero que afirman su polivalencia, sus múltiples significados. De esa manera puede mantener la imagen que desea proyectar: no solo resulta difícil entenderlo, sino descifrarlo.
Todo hace presagiar que la ausencia de solidez en las decisiones del primer mandatario, en las políticas públicas y en las estrategias del gobierno se mantendrá mientras les siga produciendo resultados favorables. Daniel Noboa ha ganado dos elecciones presidenciales y ha gobernado año y medio a punta de tiktok. Es más, pudo compensar una serie de medidas antipopulares que, en otras circunstancias, habrían sido lapidarias, al extremo de haberse reelegido con un triunfo contundente. El apoyo ciudadano en las urnas es, ese sí, indescifrable.
El asunto es si este estilo de hacer política podrá sostenerse indefinidamente, en particular frente a las expectativas populares, que ya no pueden ser obviadas con el argumento de la transitoriedad del gobierno. Noboa no puede echar mano del tradicional período de adaptación de una nueva administración. El año y medio que ha permanecido en el poder es, a ojos de la población, un período de prueba más que suficiente. La gente demanda respuestas concretas.
En estas condiciones, el rato menos pensado puede sobrevenir un cortocircuito entre virtualidad y realidad que vuelva inmanejables los conflictos sociales. Hasta los adictos a las redes sociales necesitan comer y vestirse.
Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Mayo 29, 2025
Publicado originalmente en Plan V