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Ana Changuín: El reto de la educación virtual en Ecuador
Opinión
Publicado en 17/05/2020

La educación enfrentará retos mayores en el post confinamiento. La sociedad exigirá más a los centros educativos en términos metodológicos y tecnológicos. Por eso, la democratización de la tecnología es un reto del Gobierno.

 

La pandemia modificó de un momento a otro la vida de millones de niños, niñas y jóvenes en el mundo. Estudiantes y docentes del sistema tradicional, han sido afectados por el cierre de escuelas y experimentan en este preciso momento la aventura tecnológica de mayor trascendencia en la historia.  La continuidad de la educación es fundamental, pues la sensación de normalidad, rutinas, amigos y tareas contribuyen a la estabilidad emocional de los niños y les permite continuar lejos de la dolorosa realidad que ha traído al país la crisis del Covid-19.

 

Algunos aspectos que resaltar en el experimento. Primero, la fusión casa-escuela, que para algunas familias puede significar salir de su zona de confort, para los grupos más vulnerables supone la imposibilidad total de acceder a clases por no disponer de una computadora o de internet; o incluso perder la oportunidad de alimentarse con un desayuno escolar. Según datos recientes del Ministerio de Telecomunicaciones, en Ecuador existen tres millones de estudiantes de escuelas y colegios fiscales, y apenas dos millones logran acceder a plataformas educativas. Cifra que se complementa con el reporte de INEC sobre indicadores de Tecnología de la Información y Comunicación, que revela que en 2019 solo el 37,2% de hogares tuvieron acceso a internet. ¿Qué pasa entonces con los estudiantes sin conexión?

 

Por otro lado, en los grupos más favorecidos, se debe reconocer que las instituciones educativas capaces de dar clases virtuales con recursos interactivos, creativos y entretenidos no son la mayoría; la verdad es que existen miles de escuelas y docentes que no estaban preparados y que su pedagogía y material deberán actualizarse para el entorno digital, sin perjuicio de reconocer el enorme esfuerzo de los docentes, cuyo trabajo en crisis ha debido fluir con internet intermitente, adaptación de contenidos a toda velocidad y aulas virtuales sin la estructura controlada tradicional. La labor desde sus casas, venciendo sus propias situaciones familiares y demás tareas cotidianas, es simplemente invaluable. 

 

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y declarada política pública en Ecuador, ya determinaba como meta educativa los programas de formación profesional a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Hoy esto cobra mayor importancia, pues la comunidad educativa camina hacia un nuevo formato, que pondrá a prueba no solo la disciplina de niños frente a una computadora, sino también la adaptabilidad de los maestros a un aula digital, situación lejana e impensable meses atrás.

 

Tengo la certeza que la educación enfrentará retos mayores en el post confinamiento; la sociedad exigirá más a los centros educativos en términos metodológicos y tecnológicos; y, la capacidad de respuesta durante de la pandemia constituirá un parámetro de eficiencia y modernidadDe su parte, los alumnos habrán incrementado su manejo de las TICs y demandarán contenidos frescos y actualizados de sus maestros.

 

En términos de políticas públicas, el gobierno deberá dedicar esfuerzos para democratizar el acceso a la tecnología y permitir soluciones digitales para la enseñanza. Si bien la virtualidad golpeó al sistema educativo, la crisis podría representar una oportunidad para el desarrollo, en un momento en que el manejo de la tecnología ya no es una alternativa, sino un imperativo social.

 

Fuente: Ana Changuín Velez, abogada.

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