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Jaime Duran Barba: El colapso de una época
Opinión
Publicado en 19/04/2020

Está naciendo un mundo distinto. Esta crisis hizo ver que los cimientos del anterior estaban derruidos. Estamos ante el desafío de pensar alternativas para ayudar a construir una nueva realidad, sin visiones conspirativas. Debemos crear una nueva sociedad basada en la confianza entre las personas y las naciones.

 

 

Desde hace años nuestro tema recurrente ha sido la transformación radical producida por la revolución de las comunicaciones. Hemos hablado de la vieja y la nueva política porque ese es el centro de nuestro trabajo académico, pero también mencionamos otros aspectos del cambio, que es tan profundo que estamos por mutar en otra especie, como afirman  Yuval Noah Harari en “Homo Deus” o Raymond Kurzweil en “La singularidad está cerca”. El cataclismo ocurre con todos los valores, la economía, la salud, la sexualidad, las relaciones entre los seres humanos entre sí, y las que mantienen con las cosas y con otros seres vivos. Venía  aniquilándose la sociedad pre Internet y la aparición del COVID-19 evidenció lo que ocurría.

 

Como dice Friedman en "Gracias por llegar tarde",  las transformaciones del mundo virtual, que se aceleraron a partir de 2007, cambiaron al mundo real. A los seres humanos nos cuesta mucho percibirlos y analizarlos. Muchos de los intelectuales y políticos del mundo siguen en el siglo XX, aferrados a los viejos valores, y esta crisis lo hizo visible. El problema no es ideológico, pasa con algunos que se dicen de izquierda y con otros que se dicen de derecha. Nuestra especie no tiene capacidad para  asimilar un cambio tan vertiginoso. El mundo estaba más integrado de lo que suponía la mayoría. Debemos estar conscientes de que la globalización tiene ventajas y peligros sobre los que debemos reflexionar más allá de proclamas superficiales.

 

Esta no es una epidemia como las que azotaron periódicamente a la especie durante los últimos diez mil años, algunas de las cuales mataron hasta a la mitad de la población de continentes enteros. Desde el punto de vista médico podría ser menos peligrosa que otras, pero destrozó la economía del planeta, alteró la psicología de la mayoría de los seres humanos, destrozó a la política y provoca consecuencias impredecibles. Se desató un problema que no es solamente de salud, sino integral, político, económico y de comunicación.

 

En los últimos años ya se sentía la crisis producida por las revolución de las comunicaciones. La mayoría de la población mundial está interconectada, se informa directamente, leyendo o viendo informaciones valiosas y una montaña de basura que circula por la red. Se instaló el concepto de post verdad en medio de esta ola de informaciones falsas y fantasiosas que provocaron un caos. Todos empezaron a opinar sobre todo, a veces con un resultado positivo como el de la NASA que produce conocimientos importantes ayudada por  miles de voluntarios sin ninguna formación académica, pero la mayoría de las veces con la difusión de disparates. No hay ninguna posibilidad de que la gente reciba solamente una versión oficial de lo que ocurre. Muchos se comunican con personas que ni conocen en España, en Italia o en cualquier país a los que creen más que a las versiones oficiales del gobierno o de los medios de comunicación formales. Además difunden esa información con sus propios añadidos.

 

Siempre pensamos la salud en términos locales pero ahora sabemos que en el mundo existen millones de personas que carecen de servicios de salud elementales, que hay culturas que comen murciélagos y la enfermedad de una ciudad China puede arrasar el orden mundial. Ninguna solución es nacional. Cuando la gente se movía poco, todo era menos peligroso, pero no volveremos al pasado. Actualmente cuando un virus muta y  produce una epidemia en Burkina Faso, puede acabar con la humanidad.

 

El peligro del desarrollo de la Red tiene una contraparte: la ciencia ha progresado. Antes los dirigentes creían que las pestes eran un castigo de Dios, obra del diablo, o de minorías estigmatizadas. Lo que hacían era concentrarse para rezar, colaborando para la difusión de los virus. La peste Negra mató a media Europa y sus habitantes murieron sin saber en qué había consistido. A los científicos actuales les tomó dos semanas identificar al coronavirus, secuenciar su genoma y desarrollar un test para identificar a los infectados. Si se comparan los números de mortalidad del Corona virus con pestes como la gripe española parecerían pequeños, pero las  estadísticas no sirven para aplacar los temores. El miedo a la peste es cerval. La hiper conexión inmediata lo fomenta y los gobiernos deben contar con expertos en comunicaciones que son tan importantes como los médicos para que esto no se desmorone.

 

Los mitos y los líderes. Todos vivimos inmersos en supersticiones, la crisis las desnuda y las hace aparecer absurdas. En Irán se  mantiene  abierto el mausoleo de la santa Fatima de Masumeh, que congrega a multitudes las 24 horas, siete días a la semana, que quieren besar la tumba. Suponen  que “el nido del profeta y su familia” es inmune a las pestes. El balance oficial de muertos es de 1.433, hay un total de infectados de 20.000 cifras de las que dudan los organismos internacionales.

 

Hasta el viernes murieron Mohammad Mirmohammadi, miembro de la Asamblea de Discernimiento, Ahmad Tuyserkani que manejaba el poder judicial, y otros dirigentes del más alto nivel. El Iman Khamenei presidió concentraciones masivas con ocasión del Nowruz, el año nuevo persa prometiendo que la República Islámica vencerá al virus y al acoso norteamericano.

 

En marzo se reunieron en Brooklyn unos 170 rabinos, jefes de yeshivot, directores de escuelas. Decidieron no cerrar sus locales porque”el enorme poder derivado de la Torá, cuando se canaliza con plegarias recitadas por niños y adolescentes, place enormemente al Altísimo y es lo que se requiere para enfrentar una crisis como la actual”. El resultado fue que decenas de los asistentes se infectaron y según el diario Jewish Telegraphic Agency la comunidad ultraortodoxa de Brooklyn es una de las más afectadas.

 

Al principio Trump desestimó la importancia de la crisis, reaccionó tardíamente y puso en juego su reelección, como lo anticipamos en esta columna. Sanders no parece el líder de unidad y serenidad que la gente busca en momentos como este, avanza en el campo demócrata Biden, que será el nuevo presidente si llegamos a las elecciones de noviembre con la población infectada y la economía devastada.

 

En Nicaragua, oficialmente sin casos de coronavirus, la bruja que gobierna el país a la sombra de lo que queda de Ortega, Rosario Murillo, organizó una marcha de “Amor en tiempos de Covid-19” para que sus partidarios se encuentren en las calles y se abracen. Convenientemente, ni ella ni su esposo participaron de la movilización. En Brasil Bolsonaro participó de una concentración masiva de apoyo al gobierno en la que saludó a decenas de seguidores. Dijo haber tocado a más de 200 manifestantes argumentando “Nunca voy a alejarme de mi pueblo”.

 

En México  el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell afirmó que “El aislamiento no tiene fundamento científico y sí gravísimas consecuencias económicas y sociales” Dijo que “La fuerza del presidente es moral, no una fuerza de contagio”, apoyando la petición de AMLO de que la gente salga a las calles a abrazarse porque “con abrazarse no pasa nada”. AMLO dio el ejemplo besando a niños en una manifestación multitudinaria en el estado de Guerrero.

 

En España el virus se aprovecha de las concentraciones políticas sin distinción de ideologías. Con la marcha feminista  terminaron contagiadas Begoña Gómez esposa del presidente, Isabel Díaz Ayuso presidenta de la comunidad de Madrid, Irene Montero Ministra de Igualdad, Ana Pastor vicepresidente del Congreso. En la concertación de Vox se contagiaron sus máximos líderes Santiago Abascal y Javier Ortega Smith. También está enfermo en Cataluña Quim Torra, el único presidente de una unidad autonómica que no firmó el acuerdo de acción conjunta de España en contra del coronavirus.

 

El gobierno cubano se preocupa por la Revolución. Enfermarse es reaccionario y quienes se internen por la enfermedad recibirán el 50% de su salario, mientras que los que hagan cuarentena en su casa recibirán un 60% hasta que se reincorporen a su trabajo.

 

En Argentina Alberto Fernandez lidera la situación con vena de estadista. Sus apariciones con el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y el Gobernador de la Provincia, Axel Kicillof, fueron literalmente ejemplares. Verles colaborando, preocupados por la gente mas allá de banderías políticas, les engrandece y alienta a la población que necesita buenos ejemplos en tiempos de crisis.

 

Esto de que nuestra ideología es excepcional y existe “mi pueblo” son visiones anticuadas de la realidad que pueden terminar en linchamiento. En esta nueva sociedad nadie es de nadie. El Hubris seguirá cobrando víctimas políticas y físicas entre quienes se crean sobrenaturales.

 

Una nueva etapa de la historia. Hemos hablado de la política que es la punta del iceberg. La economía es inmanejable desde hace rato, no porque existan fuerzas oscuras, sino por la participación de millones de personas que venden o compran acciones en la bolsa movidas por rumores de internet. Ingrese a la Red y encontrará sitios en los que desde hoy puede intervenir en Wall Street desde su computadora. Vivimos la migración más grande desde 1859. Millones de personas de los antiguos países socialistas Europa oriental, Africa, Asia, Latinoamérica dan la vida por ingresar a países capitalistas.

 

Gracias a las redes, podemos reírnos, asustarnos o angustiarnos con experiencias filmadas y relatadas hace pocos minutos por personas de latitudes lejanas. Ver lo que hacen otros nos llena de incertidumbre y modela nuestras conductas. Los seres humanos nos miramos unos a otros para saber lo que es seguro y lo que es peligroso. Si veo que otros toman ciertas precauciones, siento que debería tomarlas. Nos invade el temor a lo imprevisto.

 

Está naciendo un mundo distinto. Esta crisis hizo ver que los cimientos del anterior estaban derruidos. Estamos ante el desafio de pensar para ayudar a construir una nueva realidad. Dejémonos de visiones conspirativas de la historia que son infantiles. El virus no fue creado por los chinos, ni por los norteamericanos, ni por alienígenas. Necesitamos superar mitos para construir una nueva sociedad basada en la confianza entre las personas y las naciones. La humanidad no va a desaparecer, va a mejorar. Los intelectuales debemos bajar de nuestros falsos pedestales para ayudar a esa construcción.

 

 

*Jaime Duran Barba. Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. Fuente: Diario Perfil.

 

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