Cada 25 de abril se conmemora el Día Mundial del Paludismo, una estrategia con la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pretende generar conciencia sobre esta enfermedad, también llamada malaria.
La tarea de concientizar es particularmente importante este año porque, además de que la cantidad de casos no ha descendido mucho en todo el mundo, la relevancia que ha tomado la lucha contra el Covid-19 ha hecho que muchos sistemas sanitarios se concentren en esta enfermedad y dejen de lado a la malaria.
Esto a pesar de que la cantidad de personas infectadas con paludismo es superior. Las cifras más recientes de la OMS, presentadas en noviembre del año pasado, muestran que en 2019 hubo un estimado de 229 millones de casos de malaria en todo el mundo. Mientras que la Universidad Johns Hopkins calcula que por lo menos 147 millones de personas han padecido coronavirus durante toda la pandemia.
Sin embargo, las dos enfermedades son incomparables, especialmente en lo que respecta a la cantidad de muertos. En 2019, murieron 409.000 personas por paludismo. El 67% de ellos eran niños y niñas menores de 5 años. Para hacerse a una idea, esto equivale a que en promedio cada 2 minutos murió un niño por la enfermedad.
Más allá de los números, la gran preocupación de la OMS es que la reducción de los casos y de muertes por malaria está estancada desde 2017. Uno de los grandes éxitos de la salud pública mundial fue lograr que los fallecimientos por esta afección cayeran un 60% entre los años 2000 y 2017. Pero desde entonces, la situación no ha mejorado mucho.
Peor aún, el más reciente informe muestra que en 2019 hubo un millón más de casos y 4.000 muertos adicionales respecto a 2018. De hecho, la OMS reconoce que en 2020 no lograron cabalmente las metas que se habían trazado.
“Es hora de que los líderes de África (el continente con más casos) y del mundo se enfrenten una vez más al desafío de la malaria, tal como lo hicieron cuando sentaron las bases del progreso logrado desde principios de este siglo. Mediante la acción conjunta y el compromiso de no dejar a nadie atrás, podemos lograr nuestra visión compartida de un mundo libre de malaria”, advirtió el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en el informe sobre la enfermedad.
La lucha contra la malaria, afectada por la priorización de la pandemia
Al estancamiento que ha habido desde hace más de tres años se suma las consecuencias que está dejando la pandemia del Covid-19. Por un lado, las restricciones de movilidad que han decretado cientos de gobiernos alrededor del mundo han ocasionado “interrupciones en servicios esenciales contra el paludismo”, como lo advierte la OMS.
Esas consecuencias comienzan por hechos tan simples como que al inicio de la pandemia se aconsejó que si alguien tenía fiebre, debía quedarse en casa, pues así evitaría contagiar a otros si tuviera Covid-19. El problema es que la fiebre es uno de los síntomas clásicos de la malaria. Por ello, la recomendación inicial para intentar contener la pandemia, muchas veces terminó por interrumpir el tratamiento del paludismo, según la OMS.
Otro de los grandes retos ha sido la financiación para combatir la malaria en medio de la pandemia. Si bien los recursos del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria son los mismos hasta 2023, muchos países han concentrado sus esfuerzos monetarios en la lucha contra el Covid-19, olvidando otras enfermedades como el paludismo.
“Estados Unidos gastó 11.000 millones de dólares en 2020 para financiar una vacuna anti-Covid. Eso es casi cuatro veces más que el presupuesto anual total para la lucha contra la malaria”, le explicó a France 24 en Inglés Olivia Ngou, directora de la ONG Impact Santé Afrique (Impacto en la Salud Africana) y cofundadora de la Sociedad Civil para la Eliminación de la Malaria.
A la concentración de dinero en la lucha contra el Covid-19 se suma que muchos hospitales se han quedado sin exámenes rápidos para detectar la malaria debido a que los esfuerzos sanitarios se han concentrado en los test del coronavirus. Además, a algunos expertos africanos que se especializan en estudiar la malaria les pidieron que se dedicaran a analizar el Covid-19, según dijo Ngou.
Pero quizá la peor consecuencia en la lucha contra la malaria ha sido en la prevención. Ngou explicó a France 24 que se cancelaron muchos programas para distribuir mosquiteros por culpa de la pandemia. Estas redes son esenciales para combatir el paludismo, pues los parásitos que causan la malaria son transmitidos por las hembras de los mosquitos Anofeles.
El retroceso en la prevención contra el paludismo puede llegar a ser tan grave que la OMS estima que solo en el África subsahariana se podrían duplicar las muertes respecto a 2018 si se alteran de manera extrema la prevención y el tratamiento. Por eso es que Ngou no duda en decir que la pandemia “ha tenido un impacto negativo muy grave” en la lucha contra la malaria.
Todavía no se conoce exactamente cómo la priorización de la pandemia ha repercutido en el aumento de casos y muertes por paludismo, dado que la OMS todavía no ha publicado cuántos infectados y decesos dejó esta última enfermedad en 2020.
África, el continente donde se presentan el 94% de casos y muertes por malaria
La razón por la que la mayoría de estudios y de expertos mencionan específicamente a África es porque este es el continente más golpeado por la malaria. Allí, se presentaron el 94% de las muertes y de los contagios de todo el mundo en 2019.
A su vez, los países más afectados son los subsaharianos, que concentran aproximadamente el 70% de la carga mundial de paludismo, según la OMS. Nigeria es el país donde hay más personas infectadas: solo allí se presentó el 27% de los casos de todo el mundo en 2019. Le siguen República Democrática del Congo con el 12% de los contagiados, Uganda (5%), Mozambique (4%) y Níger (3%).
Sin embargo, la enfermedad no es ajena a otras regiones. “En 2019, casi la mitad de la población mundial estaba en riesgo de contraer malaria”, aseguró la OMS. Esto en referencia a que también hay casos y muertes por malaria en el Sudeste Asiático, el Mediterráneo Oriental, el Pacífico Occidental y América.
Así está la malaria en América, con un crecimiento disparado en Venezuela
América ha visto avances y retrocesos en la lucha contra la malaria. De un lado, los contagios han caído un 40% en los últimos 20 años, al pasar de 1,5 millones de casos en 2000 a cerca de 900.000 en 2020. Incluso, en dos décadas tres países latinoamericanos fueron declarados como libres de malaria por parte de la OMS: El Salvador en 2021, Argentina en 2019 y Paraguay en 2018.
Pero no todos los países del continente han dado pasos hacia adelante. “El progreso de la región en los últimos años se ha visto afectado por el importante aumento de la malaria en Venezuela, que registró alrededor de 35.500 casos en 2000 y llegó a más de 467.000 en 2019”, advierte la OMS. Esto significa un aumento de más del 1.300% en el número de contagios durante las últimas dos décadas.
A su vez, las naciones latinoamericanas más golpeadas por el paludismo son Brasil, Colombia y Venezuela. Esos tres países suman el 86% de los casos de malaria que hubo en 2019 en toda América.
Una vacuna de Oxford alimenta las esperanzas para el combate contra la malaria
En vísperas del Día Mundial del Paludismo, la Universidad de Oxford aseguró haber alcanzado resultados prometedores para conseguir una vacuna efectiva contra la enfermedad.
Según un estudio preliminar publicado el viernes 23 de abril en la revista médica 'The Lancet', científicos de esa casa de estudios británica informaron que su inmunización tiene una eficacia superior al 75 %. Esta sería la primera vacuna contra la enfermedad que alcanza el nivel fijado como objetivo por la Organización Mundial de la Salud.
De acuerdo a los resultados iniciales de la investigación, que aún deben ser revisados de manera externa por otros expertos científicos, el fármaco, conocido como R21/Matrix-M, arrojó una eficacia del 77 % durante los 12 meses de seguimiento.
Estos "niveles de eficacia sin precedentes" se registraron en ensayos preliminares realizados entre mayo y principios de agosto de 2019 con 450 niños de entre 5 y 17 meses en Burkina Faso, según indicó Halidou Tinto, director regional de la Unidad de Investigación Clínica de Nanoro, en el centro de ese país.
Tras conocerse estas cifras, varios países africanos se sumarán a una nueva fase de ensayos, con 4.800 niños de entre 5 y 36 meses, para confirmar los resultados. (EFE)