Pedro Castillo tiene una apariencia humilde, de campesino, a lomos de una yegua y siempre con un lápiz. Vencedor en las cinco regiones más pobres de Perú, es un desconocido en Lima. No aparecía en las quinielas electorales y, sin embargo, podría convertirse tras la segunda vuelta del 6 de junio en presidente. Perteneciente a la izquierda más ortodoxa, defiende a Venezuela como una democracia, mientras se opone al aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo.
De apenas superar los 3.000 seguidores en Twitter, a ser el candidato más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú. Pedro Castillo ganó 16 de las 26 circunscripciones electorales; mientras que su partido Perú Libre ha obtenido entre 28 y 30 parlamentarios en el próximo Congreso, la fuerza más votada.
Datos que ponen de manifiesto las diferencias dentro de la sociedad peruana: lo que convence en las zonas rurales poco tiene que ver con las preferencias de las acomodadas clases de la capital, Lima.
Tal era su anonimato antes de los comicios que, este domingo, se hizo viral, precisamente en Twitter una imagen de la cadena 'CNN' en la que no disponían de una foto de Pedro Castillo, el candidato de Perú Libre de la autodenominada “izquierda socialista”.
Sin embargo, pese a no aparecer en los sondeos, a medida que pasaban las semanas de campaña, su popularidad iba creciendo en el interior del país. Dio positivo por Covid-19 y fue detenido en un mitin en Mazuko por aglomeración de personas mientras realizaba un discurso.
Un apresamiento que sí se viralizó entre las remotas zonas peruanas a las que acudió y desde las que siempre transmitió en Facebook. Una estrategia que se centró en las zonas abandonadas para terminar en los grandes centros urbanos. Con un acto final, en la capital, donde entró a caballo y que denominó "la toma de Lima".
Sin embargo, su campaña ha sido austera como demuestra el hecho de que Castillo viajó por el país en una camioneta prestada por un miembro del equipo, la cual quedo varada en Tarapoto donde sigue hoy siendo reparada.
Alejada está también Chota, en Cajamarca, a 1.000 kilómetros de Lima. Allí nació, creció y vive Pedro Castillo, y allí fue donde acudió a votar subido a su yegua, la cual se puso nerviosa entre tanta multitud. Una identificación con el campesinado peruano que caracteriza portando un sombrero “chotano” de ala grande y paja, típico de los campesinos, así como un lápiz gigante, símbolo del partido y de su profesión: maestro.
Castillo ha logrado una gran mayoría de votos en las cinco regiones más pobres de Perú. Un sufragio, por lo tanto, que ha tenido mucho de identitario frente a la europeizada población limeña.
La huelga de maestros, un salto a la fama
Profesor de primaria desde 1995, tiene 51 años y siempre ha alardeado de sus orígenes humildes y andinos. Una pobreza en Cajamarca que contrasta con la mayor mina de oro de Sudamérica.
Precisamente, lo que le llevó a la esfera pública fue la huelga de maestros de 2017, que detuvo las clases durante tres meses. La reivindicación demandaba mejoras salariales y eliminar las evaluaciones sobre el trabajo de los docentes.
Castillo lideraba una sección disidente del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep) y le relacionan con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), el brazo político del grupo terrorista Sendero Luminoso. Un vínculo que Castillo niega, aludiendo que fue rondero, grupo de autodefensa campesino que combatió al grupo marxista-leninista-maoísta.
En Perú todo lo que rodea a Sendero Luminoso es temido, tras un conflicto de más de 10 años, entre 1980 y 1991, que dejó entre 30.000 y 50.000 fallecidos.
Recursos para educación y salud, nacionalizaciones estratégicas y una nueva Constitución
Desde el año 2002, Castillo formó parte del partido político de Perú Posible. En 2020 anunció su postulación con el partido político Perú Libre, una candidatura presidencial a la que accedió tras la inhabilitación del líder Vladimir Cerrón. Castillo asegura que la condena contra Cerrón forma parte de una campaña de "la corrupción" del Estado, en lo que califica "persecución política".
Castillo mezcla ideas populistas con otras de izquierda ortodoxa y anticorrupción. Ha prometido que, de ser presidente, mantendrá su sueldo de maestro. Además, ha asegurado que reducirá a la mitad el sueldo de diputados y ministros. Unos recortes que quiere invertir en educación. En su propuesta está destinar el 10% del PIB a Educación y Salud. Sin embargo, al presupuesto del Gobierno solo le corresponde al 14% del PIB.
También se ha comprometido a dar un mayor papel al Estado en sectores como la minería, el petróleo, la energía hidroeléctrica, el gas y las comunicaciones. Y no se ha escondido a la hora de hablar de nacionalizaciones:
“Como medida no descartada frente a no aceptar las nuevas condiciones de negociación, el Estado peruano debe proceder a la nacionalización del yacimiento en cuestión de los sectores mineros, gasíferos, petroleros, hidroenergéticos, comunicaciones, entre otros”, se lee en el programa de Gobierno de su partido Perú Libre.
También, Castillo se ha mostrado comprometido a acabar con la Constitución de 1993, impuesta por el expresidente Alberto Fujimori tras un autogolpe. Esta demanda puede atraer a los jóvenes manifestantes que ya tumbaron, tras días de protestas, el Gobierno de Manuel Merino en 2020.
Si el Tribunal Constitucional se opone a la reforma, Castillo propone substituir esta institución por una nueva, elegida por el pueblo. Asegura que los magistrados defienden “una Constitución que ha terminado con todos los derechos y con el saqueo del país".
Izquierdista en lo económico, conservador en lo social
En lo social, Castillo quiere regular los medios de comunicación para “acabar con la televisión basura”. Sin embargo, lejos de las izquierdas progresistas, es conservador en lo social y se muestra contrario a la igualdad de género en la educación, el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo, la eutanasia y el aborto.
Cabe destacar que Castillo ha considerado a Venezuela como una democracia que debe resolver sus problemas internamente; también ha dicho que estudiarían la amnistía de Antauro Humala, hermano del expresidente Ollanta Humala, encarcelado por diversos actos armados de carácter etnocentristas.
Perú es un país salpicado por una deficiente gestión de la pandemia, con menos de 100 camas UCI en todo el país; está sumida en constantes casos de corrupción política como el escándalo del "vacunagate" con políticos vacunándose de forma privilegiada; así como un congreso fragmentado, con constante transfuguismo. Unos elementos que han provocado que crezca la desafección política.
Además, el país andino posee una sociedad empobrecida, que se siente interpelada por Castillo, con cerca del 70 % de la población que vive al día con empleos informales y con solo un 20 % de las familias pobres con acceso a una nevera. (France24)