China está expandiendo masivamente su proyecto de control del clima y apunta a poder cubrir la mitad del país con lluvia y nieve artificiales para 2025, anunció el Consejo de Estado mediante un comunicado el martes.
Según una declaración del Consejo de Estado, China tendrá un "sistema desarrollado de modificación del clima" para 2025, gracias a los avances en la investigación fundamental y las tecnologías clave, así como a las mejoras en la "prevención integral contra los riesgos de seguridad".
En los próximos cinco años, el área total cubierta por lluvia artificial o nevadas alcanzará los 5,5 millones de kilómetros cuadrados, mientras que más de 580.000 kilómetros cuadrados (224.000 millas cuadradas) estarán cubiertos por tecnologías de supresión de granizo.
La declaración agregó que el programa ayudará con el alivio de desastres, la producción agrícola, las respuestas de emergencia a los incendios de bosques y pastizales y el manejo de temperaturas o sequías inusualmente altas. Para 2035 pronostican que el proyecto estará en un "nivel avanzado mundial".
Provocar lluvias no es un tema de investigación reciente. De acuerdo al diario británico The Guardian, la empresa estadounidense General Electric llevó a cabo los primeros experimentos de siembra de nubes en 1946. Luego esta tecnología sería adoptada por la Unión Soviética y luego mejorada en China.
Asimismo, China tampoco es el único país que ha invertido en esta tecnología. Según reporta Business Insider, decenas de otros países, incluido Estados Unidos, también tienen programas de este tipo, pero Beijing tiene el más grande del mundo, y emplea a unas 35.000 personas.
China tiene un largo historial usando este sistema. Para los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 se usó esta tecnología para evitar el smog y evitar la lluvia antes de la competencias. También ha servido para que en reuniones claves el cielo de las ciudades se encuentre despejado.
Es un proceso sencillo. Se rocía sustancias químicas como yoduro de plata o nitrógeno líquido en las nubes para hacer que las gotas de agua se condensen y caigan en forma de lluvia o nieve.