Los ensayos de la vacuna contra el coronavirus de la Universidad de Oxford se suspendieron otra vez después de que una voluntaria británica fuera trasladada de urgencia al hospital con sospecha de inflamación en la médula espinal.
El gigante farmacéutico británico AstraZeneca, que posee los derechos de la vacuna, anunció anoche que todos los estudios de la vacuna se habían detenido indefinidamente mientras se investiga si el efecto secundario del paciente está relacionado con la vacuna. Esto significa que nadie más recibirá la vacuna hasta que se complete una investigación, informó el británico Daily Mail Online.
AstraZeneca no reveló ninguna información sobre el estado de la voluntaria más que para decir que había sufrido una "reacción adversa grave". Actualmente no hay pruebas de que la enfermedad de esta voluntaria haya sido causada por estas pruebas.
En su informe, la empresa, con sede en Cambridge (Reino Unido), señaló que "una revisión independiente" determinó que en ambos casos "se consideró poco probable que estas enfermedades estuvieran asociadas con la vacuna, o bien que no había pruebas suficientes para decir con certeza que las enfermedades estaban relacionadas o no con la vacuna".
No está claro cuál fue la naturaleza exacta de la reacción, pero el diario estadounidense The New York Times citó a una fuente que afirmaba que el paciente tenía mielitis transversa, una inflamación de la médula espinal que puede causar parálisis permanente en algunos pacientes. El trastorno puede desencadenarse por una serie de causas que desencadenan las respuestas inflamatorias del cuerpo, incluidas las infecciones virales, que es lo que se pretende que haga una vacuna.
El desarrollo es un golpe preocupante para las esperanzas mundiales de que la vacuna esté listo para Navidad porque muchos, incluida la Organización Mundial de la Salud, consideraban que la vacuna de Oxford era la principal.
Expertos señalan que la afección, aunque rara, es grave, por lo que la detección de dos casos entre miles de participantes parece mostrar "un patrón peligroso", opina Mark Slifka, experto en vacunas de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon (EE.UU.). La confirmación de un tercer caso sería motivo suficiente para detener la administración de las vacunas de AstraZeneca por completo, agregó.