Antes de las misiones Apolo, se pensaba que la Luna era una roca espacial seca y estéril, con una superficie similar a la de un desierto, debido a las temperaturas extremas y la dureza del entorno espacial.
Desde entonces, muchos estudios han descubierto agua lunar: hielo en cráteres polares sombreados, agua ligada a rocas volcánicas e inesperados depósitos de hierro oxidado en su suelo. A pesar de estos hallazgos, todavía no hay una confirmación verdadera de la extensión u origen del agua superficial lunar.
Una teoría sugiere que esta agua llegó gracias a los vientos solares que impactan iones de hidrógeno cargados positivamente en la superficie lunar. Esto creó agua, como hidroxilo (OH-), y molecular (H2O).
Sin embargo, una simulación de modelo por computadora mostró que la mitad del agua de la superficie de la luna idealmente debería evaporarse y desaparecer en las regiones de alta latitud durante los aproximadamente tres días de la luna llena cuando pasa dentro de la magnetosfera de la Tierra, según Phys.org.
Se pensaba que el campo magnético de la Tierra impedía que el viento solar llegara a la luna para que el agua no pudiera regenerarse más rápido de lo que se perdía, pero los investigadores encontraron que este no era el caso.
De acuerdo a un nuevo estudio, publicado en Astrophysical Journal Letters, los planetas tienen el potencial de esparcir sus satélites naturales con agua. El campo magnético que rodea a la Tierra o magnetósfera es capaz de “sembrar” agua en la Luna.
Se analizaron mapas del orbitador Chandrayaan-1 de la India para revelar que el campo magnético de la Tierra no restaba agua en la superficie lunar, como se creía antes. En lugar de influir en esta disminución, la magnetosfera contribuye en algo llamado "vientos terrestres" que ayuda a reponer cualquier pérdida de agua.
Utilizando el satélite Kaguya, los investigadores observaron altas concentraciones de isótopos de oxígeno durante la luna llena que se escaparon de la capa de ozono de la Tierra. Estos se incrustan en el suelo lunar junto con los iones de hidrógeno de la exosfera de la Tierra.
También notaron que los flujos combinados de partículas de magnetosfera son marcadamente diferentes a los vientos solares. Por lo tanto, la magnetosfera crea algo así como un "puente de agua", para reponer este fluido en la luna. Allí permanece congelado principalmente debido al ambiente de la superficie.
Al mismo tiempo, los especialistas explicaron por qué este fenómeno no había sido detectado anteriormente. Las interpretaciones previas del agua superficial en la Luna no habían considerado los efectos de los iones de la Tierra. Además, no estudiaron los cambios ocurridos en el agua superficial a lo largo del tiempo.
Por último, los científicos concluyeron que estas investigaciones tienen un amplio potencial de aplicación, ya que pueden servir para optimizar el diseño de futuras misiones a la Luna, al conocer en mayor profundidad sus recursos.